RG-«Cada vez que subo a un escenario miro al público y me digo a mí mismo: «toda esa gente ha venido a vernos sola y exclusivamente a nosotros, y no sería honrado tocar por tocar, de modo que vamos a dar lo mejor que tenemos, ¿de acuerdo?». Y así empieza el espectáculo un dia tras otro. Para mí lo más importante es ésto, estar en íntimo contacto con nuestro público lo más a menudo posible, es la mejor manera de calibrar sus inquietudes, y al fin y al cabo es mi trabajo. Hacerlo bien es una de las razones de mi vida.»

LMB-Comentaba hace poco a la prensa especializada Rory Gallagher, uno de los personajes, sin duda alguna, más queridos, más simpáticos, y a la par injustamente olvidados por los rockeros de las últimas hornadas, por aquellos que no comprenden que juventud y sedentarismo pueden vivir en perfecta armonía, (Cfr.: las toneladas de folios escritos por más de un imbécil que queriendo dejar patente algo más que su dudoso criterio musical, ha dejado entrever el mal gusto de sus aspiraciones como diseñador de moda, al atreverse a criticar las camisas de cuadros, los jeans, las melenas y las patillas de este auténtico currante del rock), y en fin por aquellos, ¡pobres idólatras!, que no olvidan el valiente desaire, el despecho de lujo que Rory hizo a sus dioses, tan falsos ellos que ni tan siquiera con rescates emocionales logran recobrar el prestigio antaño detentado.

RG-«Lo he dicho muchas veces, tantas que puede parecer una tapadera, pero lo cierto es que las acusaciones de estancamiento que sobre mí pesan, son absolutamente injustificadas, puesto que yo no soy uno de esos hombres comprometidos con el cambio. Cuando yo dí el salto a la fama, no lo hice con el fin de adaptarme a cualquier corriente, y eso lo han sabido siempre muy bien mis compañías discográficas, si bien no sólo acepto sino que persigo cualquier posible evolución dentro del estilo que practico. Lo que sucede es que mi campo está muy acotado gracias a su anacronismo. Además soy incapaz de concebir el rock de otra manera, ¿qué le voy a hacer? Soy consciente de toda esta problemática, pero mis discos están ahí para todo aquél que guste de escuchar unas vibraciones sinceras. Nunca he pretendido que sean objeto de estudio en recintos académicos, ni en libros de texto, para ello yo tendría que ser un poco más serio, y ello no aportaría absolutamente nada al panorama de la música de rock, y lo que es peor, a mí mismo tampoco. Hace años mi timidez, que aún me domina, me impedía encontrarme a gusto en algunas situaciones. Actualmente a mis 32 años, mis pretensiones solo persiguen hacer pasar un buen rato a la gente que me escucha. Si eso no fuera suficiente, mejor sería retirarme, pues creo que es una de las cosas más difíciles que uno pueda pretender, sobre todo si se tiene en cuenta que hay veces que hasta yo mismo lo paso francamente bien.»

LMB-Decididamente este irlandés es uno de los tios más honrados y cabales con los que actualmete cuenta la paupérrima nómina de intérpretes de rock de calidad. Personalmente pienso que una de sus más destacadas virtudes es la de no traducir sus orgías guitarrísticas en libras esterlinas, pues a diferencia de muchos de sus colegas, y si me pongo a relacionar nombres tendrían que pagarme una fortuna en redacción por la de folios que iba a rellenar, el ambiente que producen sus canciones no proviene de un cálculo computado, sino de una postura moral hoy en día difícilmente alcanzable, una convicción anglicana que le impide pasar por el aro de la maquinaria industrial y sus degeneradores instrumentos de manejo. Sus palabras son el mejor testimonio de su postura ante este hecho.

RG-«Sería pedante, además de absurdo, decir que soy uno de los hombres que más trabaja en esta profesión tan jodida unas veces, y tan bonita otras, pero la verdad es que cuando estoy en la carretera preparando el itinerario de inmediatos conciertos, estoy partiéndome la cara con algún ejecutivo de mi compañía, y cuando le he demostrado a ese señor que pesan más mis deseos que sus imposiciones, estoy grabando, y cuando termino de grabar, algún aburrido burócrata del disco, nunca sé quien es (ironía en su gesto), me ha concertado unos conciertos promocionales. Y después…, bueno la verdad es que después el ciclo se repite, y lo auténticamente cruel es que me gusta. A veces pienso que soy sadomasoquista. Creo que tan sólo descanso unos dias en Navidades.»

LMB-En un negocio en el que el talento acostumbra a florecer muy pronto, y la suficiencia es una forma de erigirse en el poder, Rory ha conseguido mantenerse, progresando desde los tiempos de la edad de oro, cuando el rock había dejado de ser una quimera poblada de estrellas criadas como ganado de primera clase con el fin de componer canciones con poder y resonancia totalmente diferentes a las de hoy en dia. En los años setenta Rory era ya un hombre con una larga sombra tras de sí, un carismático caballero en medio del torbellino emocional británico, el prototipo de rockero con una especie de arrebatadora afición por el rhythm & blues y el rock & roll. Durante años ha mantenido su autoridad creativa, ahora su música tan sólo es fácil pasto para reaccionarios y espíritus anclados en la más auténtica concepción del rock.

RG-«En estos momentos trato de compaginar de la mejor forma posible las sesiones de grabación de mi próximo álbum de estudio, con mis habituales conciertos en directo, ya que «Stage Struck» se grabó en vivo. Si mi memoria no me falla este próximo disco que posiblemente se edite a mediados de año, hace el 13 de mi carrera. Afortunadamente no soy demasiado supersticioso, y mis acompañantes Ted McKenna y Gery McAvoy con los que pienso continuar, tampoco.»

LMB-El rock de hoy, de ayer, el rock de siempre se parece a Rory Gallagher, con su larga melena y su camisa de leñador (y no quiero seguir, no vaya a pensar alguien que se me cae la miel en la sopa). Es la rica y noble autoridad de quien ha experimentado en su vida más de lo que quizá hubiera deseado, lo que hoy se ve representado por una garganta rota y una guitarra destrozada que se niega a jubilarse. En la década de los ochenta, Rory seguirá estando en la brecha con todos los honores habidos y por haber.

RG-«Lo que intento lograr con mi música y mis conciertos es que se materialice toda la magia del rock. La magia y la verdad están estrechamente vinculadas a la música. La música es auténtica magia. Cuando se utiliza incorrectamente se produce un envilecimiento de la magia. Pero cuando funciona… bueno…, es algo glorioso.»