«No importaba el año ni la estación climatológica en curso. Siempre llevaba puestos unos tejanos, y muy a menudo una camisa a cuadros o una gastada y sencilla camiseta. El pelo, siempre largo, recordaba ineludiblemente a las estampas de los años setenta, las que muchos conocimos cuando comenzamos a interesarnos en esto del rock y sus derivados. Para la mayoría, su imagen estaba asociada a la de una época y una manera determinada de escuchar y entender la música. Su guitarra, vieja, desvencijada, casi arrugada por el uso, era su vehículo de expresión, su amante, su amiga, su compañera infatigable.
Rory Gallagher era tímido, apolítico, muy educado, borrachín, anárquico en su trabajo, amante del cine y, como buen irlandés, profundamente religioso. Y sobre todo era sincero. Para darse cuenta de ello bastaba con escuchar cualquiera de sus discos y oírle tocar la guitarra con esa claridad espumosa y jovial que siempre fue su sello distintivo………….
………….Cansado de tocar temas ajenos para que el público bailase y se entretuviera, Rory dejó a The Impact y decidió formar su propio grupo, un trío casi legendario llamado Taste …….
……..Fraguándose un estilo en cierta manera precursor del rock duro de los 70´s hasta la desintegración de la banda en 1971. Tras el óbito de Taste, Gallagher emprendería una larga trayectoria en solitario…………………….Comenzaba la época dorada de Rory.
A su aire. sí, porque siempre fue ésta la manera en que Gallagher enfocó su carrera y su música. Ya en sus primeros discos (Rory Gallagher, Deuce, Live in Europe, Blueprint, Tatoo), Rory lo tuvo muy claro: sección rítmica escueta y funcional, producción parca o simplemente inexistente, protagonismo absoluto de la guitarra y, sobre todo, mucho rock, mucho blues, algo de country y de música tradicional, y toneladas de entrega y sencillez. Ésta era su marca de fábrica, una fe ciega en lo que hacía, una sinceridad brutal y una absoluta carencia de artificios y sofisticaciones innecesarias en una música tan cruda y visceral como la propia personalidad de Gallagher.
Todo ello era más apreciable aún si cabe en sus conciertos. Por encima de sus producciones discográficas, Rory Gallagher siempre fue un músico que daba lo mejor de sí mismo subido a un escenario, un lugar en donde su temperamento, calmado y tranquilo de natural, se transformaba para convertirse en un torrente de vitalidad y energía electrizante.
Precisamente, el fin de esta primera etapa en solitario acaba con la edición de un brutal álbum en directo, «Irish Tour ´74», en el que Rory demuestra a las claras qué es capaz de hacer con su vieja Stratocaster del 62 entre las manos. Luego, un poco de descanso. Seis discos en tres años (a los que hay que sumar sus colaboraciones en álbumes de Mike Vernon, Muddy Watters, Jerry Lee Lewis o su ídolo Lonnie Donegan) constituían un ritmo infrahumano que hasta un rudo bebedor irlandés como Rory debía replantearse. Y así lo hizo.
«Against the Grain» (1975) fue un disco de transición en la carrera de Gallagher, más riguroso e intimista que sus predecesores. Antes, incluso se había permitido rechazar una oferta de los Rolling Stones para cubrir la plaza vacante dejada por Mick Taylor para continuar con su viejo pero intemporal rollo de siempre. Es entonces cuando, bien aconsejado por Chrysalis, su nueva compañía discográfica, Rory decide ponerse en las manos de un productor reputado (Roger Glover, ex-bajísta de Deep Purple) y dejar de autoproducirse (es una manera de hablar, ya que sus discos se grababan normalmente en cuatro o cinco días y sin apenas remezclas)……………………
……………Una lástima, de verdad. para muchos se ha ido un viejo músico de blues y rock, un oscuro y semiolvidado nombre perteneciente a la década de los setenta; para otros, nos ha abandonado un gran guitarrísta, uno de los mejores exponentes del blues rock blanco de todas las épocas. No somos nadie.»