«En Enero del 89, José Manuel Cuéllar escribió sobre Gallagher, cómo este irlandés nacido en 1948, entre la leyenda y el mito, inscribió su nombre entre los guitarrístas más importantes del mundo. Autodidacta desde los seis años, virtuoso de la guitarra, la armónica y el saxo………
……..Dominaba la guitarra como pocos, conectaba con la gente y compartía sus sensaciones. Ha sido muy querido en España, sus trabajos han sido éxitos sonados. Su última aparición mostró a un Rory Gallagher sobrado de kilos pero con una gran sabiduría en la guitarra y una tremenda intensidad………..
………….Rory no sabía leer música, ni falta que le hacía para dominar la guitarra en todas sus modalidades. Tocaba de oído. Cuenta que Muddy Watters y el Blues fueron sus mayores influencias, que no le gustaba su propia voz porque no llegaba a los agudos. No lo necesitaba, era como parte del instrumento. Le gustaba improvisar, alargaba o modificaba los acordes ……
………….Nunca daba un concierto en base a un guión previsto; aunque lo hubiera, lo cambiaba.
Para él tocar, era dejarse llevar por lo que el público le transmitía. Es por esa calidad instrumental, por su forma de ser y su trayectoria y su fidelidad a sus ideas musicales, que se ganó el afecto y respeto de todos.»